Cuando el PRI le negó la candidatura a gobernador a Carlos Joaquín González, éste juró venganza contra los priistas, fue por eso que, desde su llegada al poder en el 2016, emprendió una verdadera cacería de brujas disfrazada de un espíritu de cambio y de combate a la corrupción.

Empezando por Mauricio Góngora Escalante, a quien el PRI le confió la candidatura, en lugar del cozumeleño, actual embajador de México en Canadá.

Incluso, la bandera del combate a la corrupción fue su mayor pretexto para crear en el estado una fiscalía especializada contra la corrupción, que Carlos Joaquín utilizaría durante su sexenio como su policía secreta, similar a la Gestapo de Adolf Hittler en la Alemania nazi.

El modus operandi fue idéntico a la Gestapo, cuya principal arma de la era el miedo a ser denunciado por cualquiera, ya sea un vecino, un compañero de trabajo, o incluso algún familiar.

Fue por eso que todos los casos armados al vapor contra funcionarios borgistas fueron cayendo uno por uno, porque carecía de sustento legal y sólo se basaban en señalamientos y sospechas.

El caso más reciente fue la sentencia absolutoria a favor de Jorge Acevedo Marín y Gerardo Vázquez Handall, relacionados con el caso de la “estafa maestra”, que se suma a la larga lista de expriistas que fueron utilizados mediáticamente para justificar el supuesto gobierno del cambio.

Carlos Joaquín resultó ser un político muy astuto, que no le importó pasar por encima de cualquiera, mucho menos por los habitantes del sur del estado, a quienes engañó hábilmente y atacó con mayor fuerza a su clase política.

Pero al final de su mandato, Carlos Joaquín también tomó las previsiones para cubrirse las espaldas, porque sabía que muchos de los expriistas se integrarían a Morena y desde allí podrían también vengarse de él.

Tan fue así, que no le importó darle la espalda al PAN y PRD, que fueron los que lo llevaron al poder, y se alió con el líder y fundador de Morena, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Por eso recibió como premio la embajada mexicana en Canadá, desde donde sigue operando impunemente, en su cómoda silla de arce canadiense.

https://youtu.be/WfsegQNvw0U

Yo soy Fátima Vázquez y esto es Río Revuelto.