Un nuevo capítulo de tensión política se ha abierto entre México y Estados Unidos tras las recientes declaraciones del expresidente Ernesto Zedillo y la inminente preparación de un caso legal en Washington contra el exmandatario Andrés Manuel López Obrador, acusado de supuestos pactos con el narcotráfico.

Este panorama representa un desafío no solo para el expresidente tabasqueño, sino también para la actual administración de Claudia Sheinbaum, quien ha dejado clara su lealtad hacia su antecesor.

Acusación en ciernes

Desde Washington, el próximo secretario de Estado, Marco Rubio, encabeza una ofensiva legal basada en declaraciones de figuras clave del narcotráfico, como Ismael «El Mayo» Zambada y los hijos de Joaquín «El Chapo» Guzmán, según publica hoy El Universal.

Estos testimonios, sumados a datos aportados por políticos mexicanos vinculados al Departamento de Justicia estadounidense, buscan documentar presuntos acuerdos entre López Obrador y los cárteles, con énfasis en la producción y exportación de fentanilo hacia Estados Unidos.

Esta iniciativa representa un esfuerzo sin precedentes para llevar ante la justicia estadounidense a un expresidente mexicano. En el pasado, funcionarios estadounidenses han señalado la creciente influencia del narcotráfico en México, con informes que apuntan al control de un tercio del territorio mexicano por parte de los cárteles.

Zedillo y su llamado a Sheinbaum

En un foro reciente, el expresidente Zedillo lanzó un mensaje directo a la presidenta Claudia Sheinbaum, instándola a romper con las directrices de López Obrador. Zedillo advirtió sobre las amenazas para la democracia mexicana, sugiriendo que un «caudillo oculto» sigue ejerciendo influencia sobre el gobierno actual. Su recomendación fue clara: fortalecer la democracia y evitar una concentración de poder.

Sheinbaum responde con firmeza

Durante un evento conmemorativo de sus primeros 100 días de gobierno, Sheinbaum respondió con determinación. Aunque no mencionó directamente a Zedillo, defendió su relación con Estados Unidos como basada en el respeto y la colaboración, dejando claro que México es un país libre y soberano.

Además, Sheinbaum reiteró su apoyo a López Obrador, calificándolo como el «mejor presidente» y asegurando que su proyecto político se basa en consolidar los cimientos establecidos durante su administración. Ante las críticas de Zedillo sobre autoritarismo, Sheinbaum contraatacó al señalar decisiones polémicas de su mandato, como la reconfiguración de la Suprema Corte.

¿Un nuevo capítulo en las relaciones México-EE.UU.?

Este escenario anticipa una relación bilateral tensa, especialmente con el regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense. Mientras tanto, Sheinbaum enfrenta la presión de distanciarse de López Obrador en medio de la ofensiva legal que podría convertirse en un tema central de la agenda política internacional.

La estrategia de Sheinbaum parece clara: lealtad inquebrantable hacia su mentor político y un enfoque nacionalista que busca fortalecer su posición ante las crecientes críticas internas y externas. Sin embargo, la posible judicialización de un expresidente mexicano en Estados Unidos podría marcar un antes y un después en la historia política de ambos países, con consecuencias impredecibles para el futuro de la región