Un grupo de investigadores estadounidenses acaba de dar a conocer un trabajo en la revista ‘Nature Astronomy’ en el que afirman que las enigmáticas ondas de radio que con cierta periodicidad llegan a la Tierra provendrían también de la explosión de estrellas, conocidas como supernovas.

En 2007, hace casi ya 20 años, un grupo de astrónomos que trabajaba en el Observatorio Parkes de Australia halló, en algunos archivos, los cuales correspondían a observaciones realizadas en 2001, la presencia de señales de radio un tanto extrañas (duraban tan solo milisegundos) que no se correspondían con las características, ni mucho menos con el tipo de señales, de los objetos astronómicos que en aquel entonces estudiaban.

Estas señales, a las que más tarde se les denominó Ráfagas de Radio Rápida (FRB, por sus siglas en inglés), ya no resultan tan desconcertantes porque, a pesar de desconocer cómo y por qué se producen, los científicos sí han podido, en cambio, recabar un poco más de información sobre su origen.

Así, las FRB suelen producirse en regiones del universo en donde ocurren explosiones o fenómenos extremadamente energéticos. Por ejemplo, se cree que los magnetares, una clase de estrellas formadas por neutrones que emiten señales en forma de pulsos periódicos como si fuesen un faro-y que además producen ingentes cantidades de energía en forma de rayos X y gamma– podrían estar detrás del origen de las FRB.

Aunque también se les atribuye -como lo ha demostrado una reciente investigación a la que me referiré más adelante- a los estallidos de supernovas (estrellas más masivas que el Sol, las cuales explotan cuando ya no son capaces de mantener su equilibro debido a que los procesos termonucleares que tienen lugar en su núcleo comienzan a agotarse y su propia gravedad las “comprime” hasta hacerlas explotar).

Ahora bien, para sorpresa de los astrónomos, el 9 de octubre de 2022 pudieron observar un estallido de rayos gamma que los dejó atónitos por su capacidad energética. A esta FRB la denominaron GRB 221009A y tuvo su origen, justamente, por la explosión de una estrella masiva.

Y resulta que esta estrella masiva resultó ser una supernova por lo que nunca -sino hasta ahora- se había logrado captar un fenómeno de FRB proveniente de este tipo de explosiones.

¿Qué importancia tiene para la astronomía descubrir que las FRB también podrían tener su origen en supernovas y no únicamente en otros fenómenos que producen grandes cantidades de energía como los pulsares o los magnetares?

Al respecto, el pasado 12 de abril apareció publicado un artículo en la revista Nature Astronomy, firmado por Peter K. Blanchard de la Northwestern University de Evanston, Illinois, así como por investigadores de otras prestigiadas universidades estadounidenses, en el que refieren que el estallido de 2022 de una FRB tuvo su origen en una supernova. Esto lo confirmaron gracias a las observaciones realizadas a través del telescopio espacial James Webb de la NASA.

Y, a raíz de este estallido, los científicos llegaron a la conclusión de que no únicamente las FRB pueden originarse de estrellas como las supernovas, sino que estas últimas -a partir de la presencia de una FRB- tampoco llegan a producir elementos químicos pesados, como el oro y el platino, como siempre se había especulado.

De hecho, después de una larga búsqueda, no pudieron hallar la firma de los elementos químicos ya mencionados.

Ahora bien, que los investigadores no hayan encontrado la presencia de elementos químicos pesados como el oro y el platino, no significa que las demás FRB no sean capaces de producirlos. Por lo tanto, tendrán que realizarse estudios más minuciosos, a partir de otros eventos donde se produzcan FRB, para poder llegar a una conclusión realmente válida.

Por otra parte, con respecto a la FRB de octubre 2022 –GRB 221009A– ésta fue tan brillante (no pudo observarse a simple vista debido a que no emite luz en el espectro visible sino en rayos gamma y otras ondas de radio) que muchos de los detectores tanto en el espacio como en la Tierra se saturaron con la señal emitida (algo que es relativamente normal en este tipo de detecciones).

Además, la explosión, que fue tremendamente potente, se produjo a unos 2,400 millones de años luz de la Tierra y duró apenas unos segundos. Al respecto, los astrónomos aseguran que un evento de este tipo solamente puede apreciarse una vez cada 10,000 años.

Sobre si tendremos que esperar otros 10,000 años para que los investigadores determinen que las FRB producidas por supernovas sí (o no) generan elementos como el oro y el platino, está por verse si el Telescopio James Webb será capaz de detectar más supernovas en los próximos años, y si el mejoramiento de la tecnología de los radiotelescopios permitirá realizar detecciones más precisas sobre este tipo de eventos cósmicos.

Otra interrogante que surge a partir de la producción de FRB desde las supernovas, es si estas intensas emisiones de radio solamente son producidas por supernovas más energéticas y brillantes que aquellas consideradas “normales” o si, en cambio, todas las supernovas poseen la misma cantidad de energía y, por tanto, no todas son capaces de producir FRB.

Pues todo parece apuntar a que las supernovas siempre son igual de energéticas, pero, por razones que todavía se desconocen, solamente algunas son capaces de producir en sus entrañas FRB.

Como podemos percatarnos, el asunto de la producción de FRB por estrellas supernovas aún está comenzando a estudiarse y, por tanto, son muchas las interrogantes que tendrán que responderse. Esto debido al hecho de que son eventos que suceden en periodos de tiempo muy largos y, en el pasado, los astrónomos no contaban con la tecnología necesaria para poder estudiar este tipo de señales.

No obstante, estos eventos no necesariamente podrían ser tan fortuitos y quizá, gracias a futuras observaciones, su detección se realice con más asiduidad.

En definitiva, está por determinarse lo que el telescopio James Webb será capaz de mostrarnos no solamente con respecto al origen y la naturaleza de las FRB, sino también sobre la estructura y evolución del universo; además de la posibilidad de la existencia de vida en otros planetas a partir de los compuestos químicos necesarios para su formación. Compuestos químicos que ya han sido detectados por dicho telescopio en otros sistemas planetarios.

Con información de Aristegui Noticias.